Un edificio energéticamente eficiente es aquel que minimiza el uso de las energías convencionales (en particular la energía no renovable), a fin de ahorrar y hacer un uso racional de la misma. La eficiencia energética o rendimiento energético surge del cociente entre la energía útil o utilizada por un sistema y la energía total consumida.
Esto se consigue mediante una serie de estrategias:
Aislamiento térmico en la envolvente (muros, techos y ventanas)
Reducción de las pérdidas de calor por infiltración en invierno
Adecuada orientación del edificio
Permitir la entrada del sol en invierno
Evitar sombras arrojadas por otros edificios
Evitar el ingreso del sol en verano
Diseñar protecciones solares (fijas, móviles, naturales)
Utilizar sistemas de calefacción y aire acondicionado eficientes (etiquetado energético)
Ahorro energético en agua caliente sanitaria (ACS-solar)
En azoteas como regla duplicar el espesor del aislamiento térmico y buscar incorporar elementos que den sombra.
Utilizar iluminación eficiente mediante el uso de lámparas de bajo consumo.
Modernización de las instalaciones energéticas del edificio y mejora de la calificación energética del mismo..
Diseño no eficiente (Izda), Diseño eficiente (Dcha)